Catastrofobia.

He adquirido la capacidad, aunque todavía no de modo patológico, de convertir los Domingos en un siniestro día de recapacitación, autocrítica y de análisis de conducta personal. Lo cuál desemboca a menudo en catastrofobia, miedo al fin del mundo.
Accidentalmente suelo dejar que mi cabeza se llene de fantasias de una vida habiendo escogido diferentes caminos y opciones, y poco después me veo de nuevo a mi mismo de manera involuntaria autoconveciéndome que el lugar en el que me encuentro ahora es el más acertado, obviamente miento.

Encuentro en mi imaginación innumerables momentos de fantasía irracional, pero también tropiezo con momentos de plena lucidez y me doy cuenta de como interactuar de manera menos dramática. Frente a estos años de dura sinceridad y claridad a la hora de expresarme, me vuelco en auto-educarme en ser más coibido. Evitar los enfrentamientos directos, y ser cauteloso a la hora de puntualizar los errores ajenos, y basando mi filosofía personal en la cita: "Vigila que cuándo señalas a alguien con el dedo, tres te señalan a ti". Con ello no intento cubrir mis relaciones sociales de un halo de hipocresía, sencillamente un distanciamiento entre los demás, y mis opiniones.  Y dejar que cada uno se tropiece por si mismo, aunque desde fuera veas como se encamina a la piedra.

Mi opinión personal queda oficialmente reservada solo para aquel que la pregunte.




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